Reflexiones sobre viajar y feminismo.

Es el momento del feminismo, se habla de una "cuarta ola": superheroínas, actrices, artistas, referentes importantes y manifestaciones multitudinarias tiñen de morado las ciudades, creamos movimientos masivos #Niunamenos #MeToo #YoSíTeCreo... y aunque todavía queda mucho para una igualdad total, vemos grandes avances en Occidente pero ¿qué hay de los países menos desarrollados? ¿A qué se enfrentan las mujeres? ¿Y qué hay de viajar siendo mujer?.

A mí los viajes me hicieron ser muy consciente de la importancia del feminismo, ver cómo actitudes y fenómenos se repiten sistemáticamente sin importar el país, te quitan la idea de que el machismo se trate de casos y personas aisladas. Es ahora cuando, recordando mis viajes, me doy cuenta de lo que han significado todos estos años desde una perspectiva femenina. No soy ninguna experta pero hablaré de lo que he vivido y he aprendido.

En Japón las mujeres no llevan escote, pero usan faldas super cortas, en India muestran el vientre como algo normal pero deben taparse los hombros. En Arabia Saudita he visto mujeres completamente cubiertas a 40ºC. En España no puedo enseñar los pechos, pero en muchas tribus africanas es algo natural y cotidiano.

Es como si en cada sitio alguien llegó y señaló una parte del cuerpo de la mujer como tabú. Me hace preguntarme por qué el cuerpo de la mujer siempre ha generado tanto debate, aquí y en cualquier lugar del mundo. Bueno, en realidad sí lo sé, se llama patriarcado.

Para entender cómo funciona el feminismo en regiones menos desarrolladas, es necesario saber que existe feminismo "decolonial", que prioriza y lucha por las voces de las personas que han sido sistemáticamente borradas, invisibilizadas y marginadas, es decir, las mujeres indígenas, las mujeres negras, los pueblos indígenas y los pueblos negros, los cuerpos trans, los cuerpos no binarios...

En Asia en países como Vietnam, India, Sri Lanka, Myanmar, Camboya... viven atrapadas entre las oportunidades que empieza a ofrecerles el desarrollo y las tradiciones que a menudo les ofrecen un papel social secundario, que aparentemente oprime a la mayor parte, si no a todas.

En África persiste la carga de la pobreza sobre la mujer, el acceso a la educación no es igualitario, ni a los servicios sanitarios, ni a los recursos, ni en la economía, ni en la política... Y es ahí donde para mí está el punto más importante, que es el empoderamiento en la toma de decisiones en todos los niveles de responsabilidad. La ausencia de las mujeres en cargos de poder hace muy complicado crear políticas y mecanismos para promover la igualdad.

En una ocasión visitamos una fundación llamada Barefoot College (http://barefootcollege-zanzibar.org/) en Zanzibar, vi antes lo que hacían así que desvié del viaje a mi familia para visitarla, una organización con presencia multinacional que ofrece educación para mujeres que nunca antes han tenido esa oportunidad, enseñándoles habilidades prácticas en energía solar, apicultura y costura y proporcionando conocimientos que inspiran soluciones sostenibles y justas en África Oriental.

Charlamos un buen rato con uno de sus responsables y fue muy interesante ver la forma en la que empoderan a mujeres que luego volverían a sus aldeas con un conocimiento que nadie más posee.

Esto es algo que tiene que hacer una ONG, y el impacto llega hasta donde llega; qué bueno sería que los gobiernos hicieran más cosas así, ¿verdad?

En América Latina, es diferente, y es que te das cuenta de que las necesidades o prioridades del feminismo varían dependiendo la región del mundo en la que te encuentres, aunque la finalidad siempre sea la misma. Esto se debe a razones diversas según los contextos políticos y sociales de cada país.

Lo que más sorprende es la violencia contra las mujeres y su impunidad. Algo que tiene relación no solo con una cultura machista, sino otra vez también con la escasa participación de la mujer en la política.

Se considera que en Latinoamérica se encuentran 9 de los 25 países con más feminicidios del Mundo (El Salvador, Honduras, Guatemala, Venezuela, Colombia, Brasil, República Dominicana, Panamá y México), de los cuales el 98 % no son procesados correctamente. He estado en 7 de esos países, y he decir que al viajar acompañada y a zonas más turísticas (las cuales suelen ser más "safe"), no he visto ninguna situación de agresión. Pero es verdad que lo peor siempre se concentra en las grandes capitales, ciudades como Mexico DF o Caracas, donde sería impensable para mi ir caminando sola.

La libertad de la mujer

Leí en el libro autobiográfico de Malala Yousafzai, una mujer que luchó por su derecho a la educación y que fue disparada por los talibanes, aunque eso es otra historia. Cuenta como su madre dejó de ir al colegio con tan solo 6 años porque parecía no tener sentido ir a la escuela para acabar como todas las mujeres de su aldea, cocinando, limpiando y criando a los hijos e hijas.

Malala lucha por la libertad de la mujer a través de la educación. Y creo que no se equivoca. El acceso a la educación de las niñas y adolescentes mejora la calidad de vida de las sociedades y reduce el analfabetismo. ¿Si no se es consciente de las discriminaciones que se padecen, cómo vamos a hacer para transformarlas?.

Cuando viajas a las regiones más empobrecidas, todavía es muy común ver a niños trabajando desde muy pequeños. Los padres y madres prefieren que el niño o niña traiga dinero a casa por poco que sea a que vaya a la escuela, la cual se ve como "una pérdida de tiempo". En la India vi muchos niñxs como vendedores ambulantes, con edades escalofriantemente bajas... ¿cúal es el futuro de esos niñxs?

Personalmente pienso que el empoderamiento de las mujeres junto a su capacidad para expresarse públicamente en la calle y también en las redes sociales con el ciberactivismo, es muy complicado en países menos desarrollados. En Latinoamérica empezamos a ver cómo las mujeres se organizan para alzar la voz con manifestaciones masivas, como en Argentina con el derecho al aborto o las mujeres chilenas por una vida libre de violencias, o las mujeres iraníes que ahora hartas han decidido alzar la voz y salir a la calle para protestar y defender su derecho a decidir como van vestidas.

No hace falta ser mujer para ser feminista, y en este ámbito los hombres tienen que luchar por la igualdad de género. No es fácil salir de un sistema patriarcal que existe desde hace siglos, pero es necesario crear espacios seguros para las mujeres y que se entienda que el feminismo no amenaza a nadie, solo intenta alcanzar una igualdad real entre ambos géneros.

Mientras sigamos hablando de mujeres valientes, estamos admitiendo que partimos de una situación evidente de fragilidad y peligro.


El miedo a viajar siendo mujer

Mi padre acaba de viajar por su cuenta a Líbano y en grupo a Siria, me pregunto si yo podría haber hecho el mismo viaje, inmediatamente pienso en las precauciones que tendría que tomar, y no es por falta de ganas, sino por miedo. Y es que viajar sola siendo mujer implica otras derivadas, en este tipo de circunstancias por temor a ser agredidas. Las mujeres vivimos con miedo. Si un local te invita a su casa a participar en una comida familiar o te ofrece alojamiento, para un hombre se trata de una «experiencia cultural», para una mujer hay un trasfondo amenazante, porque «nunca se sabe». Miedo, trabas, falta de libertad.

A mí me gustaría continuar viajando y sobre todo viajar sola, para seguir aprendiendo de diferentes culturas y ambientes, para tener una perspectiva más amplia del mundo, pero para esto hace falta ser una mujer segura de sí misma y con la madurez suficiente. Pero también creo que el mundo es un lugar más seguro de lo que sugieren los medios de comunicación. De hecho, estadísticamente, el lugar más amenazante y peligroso para una mujer, es su propio hogar.

Aunque sé que sólo es cuestión de suerte. Es una lotería.

Las mujeres que empezaron a viajar solas hace años nos pusieron los cimientos en los que caminamos hoy, tenían todo en contra: el machismo de la época o los peligros del propio viaje, y aún así cruzaron África, desafiaron las selvas de Asia y se convirtieron en reinas de Arabia.

Soy optimista sobre el futuro, el camino es largo pero veo en las nuevas generaciones «cambios» sobre la importancia de las políticas de género y el feminismo en general. Yo invito a mujeres y hombres que me lean, que lean sobre feminismo, que vayan a charlas a manifestaciones, que compartan contenido sobre ello y que sobre todo a las mujeres,

Y sobre todo a las mujeres, que pierdan el miedo a viajar.

"Si nos gana el miedo, nos perdemos la vida".

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